¿Quién es Odette Villalba?
Una testigo y una sobreviviente. Su escritura nace de la experiencia personal y de una búsqueda atormentada por respuestas a una pregunta devastadora: "¿Por qué el hombre que decía amarme se esmeraba en destruirme?".
Durante años, Odette vivió cargando una culpa que no le correspondía, convencida de que ella era el problema y de que su entrega total nunca era suficiente para la persona que amaba. Es una mujer que ha recorrido el doloroso camino del abuso narcisista, desde la autoculpabilización y la anulación personal hasta alcanzar un entendimiento que le ha dado el valor para hablar.
El propósito fundamental de Odette Villalba como autora no es solo contar una historia, sino proveer una herramienta de escape. Su principal objetivo es que otras mujeres, al reconocer al "monstruo que vive con ellas" en las páginas de su libro, hagan lo que ella desearía haber hecho:
huir.
Su deseo es que su libro funcione como un
"mapa" que muestre cómo se forja el carácter de un perverso narcisista, permitiendo a las víctimas anticiparse y protegerse "antes de que la ignorancia las atrape, que la culpa las encierre y que la destrucción de su autoestima les corte las alas".
Lo que hace que la narrativa de Odette sea excepcionalmente singular es la fuente de su historia. Ella escribe la crónica de la infancia y formación de su difunto esposo, el perverso narcisista, basándose en el relato que
él mismo le confió en vida, dándole permiso para contarlo algún día.
Esta perspectiva le otorga una visión íntima y sin precedentes de la "arquitectura de un monstruo". No especula desde afuera, sino que narra desde el conocimiento directo que le fue compartido, lo que le permite desglosar los tres ingredientes que, según su análisis, forjan esta personalidad tóxica:
La semilla del temperamento innato.
El entorno de negligencia emocional que marca a fuego.
La decisión consciente de convertir el dolor en un arma contra los demás.
A pesar de la empatía que la historia de origen pueda despertar, Odette mantiene una postura firme: el pasado puede explicar la conducta,
pero jamás la excusará. Su mensaje final es de responsabilidad personal y de protección a la víctima, subrayando que "el dolor de uno no puede ser la justificación para el sufrimiento de otro"